Está claro que los seguidores de las estrellas de Disney no pueden ser los mismos que los del grupo europeo que ha pegado más fuerte en los últimos cinco años: Tokio Hotel.
A ellos les acaba de cambiar la voz, o ni siquiera, y ellas se debaten entre una cándida imagen de chicas Disney y unas ambiciones nada infantiles: coronan lo más alto de las listas de éxitos, conquistan los premios más prestigiosos y se han convertido en objeto de veneración de sus riadas de fanáticos. Son los adolescentes de la "generación Z" y están revolucionando el panorama musical.
"Vamos gente… Quiero poder firmar autógrafos, sacar fotografías y conocer a mis fanáticos, pero si todos están empujando, los de seguridad no me va a dejar hacerlo", escribió en su Twitter Justin Bieber a su llegada al aeropuerto de Nueva Zelanda, el 28 de abril.
Cientos de quinceañeras histéricas habían colapsado la terminal, generando un caos tal que la madre del cantante de 16 años acabó tirada en el suelo.
Y no era la primera vez: apenas unos días antes, la policía australiana tuvo que suspender un concierto de Bieber en Sídney porque sus desatadas seguidoras perdieron el control y algunas tuvieron que acabar la noche en el hospital, con un saldo de varios desmayos y ocho chicas heridas.
Es cierto que cada generación tiene sus ídolos adolescentes, esos cuyas fotos llenan las carpetas de las colegialas, que enloquecen con la posibilidad de verlos apenas un segundo, de refilón, y son capaces de hacer lo que sea para que sus padres las dejen ir a un concierto.
Pero los ídolos de hoy ya no reinan en solitario, conviven tendencias de lo más variopintas y su momento dorado es cada vez más fugaz, aunque esto no les impida convertirse en máquinas de hacer dinero y figurar en las listas de los más poderosos del mundo.
Así, en el "top 100" de la revista estadounidense Time, la nueva diva del pop Lady Gaga se alza como artista más influyente de 2009 con apenas 23 años, una fama lograda a base de extravagantes actuaciones y avalada por un fulgurante triunfo en los últimos Brit Awards.
Los expertos la califican de "fenómeno global", provocadora a lo Madonna y que gusta por igual a hombres y mujeres, adolescentes y adultos, sin olvidar el entusiasmo que despierta entre el colectivo gay.
Sin embargo, Lady Gaga no es la única que no llega al cuarto de siglo de vida: la estrella country Taylor Swift se coloca en novena posición, y mientras sus rizos dorados levantan pasiones entre sus seguidores masculinos, ella se ha convertido en la artista más joven en lograr el prestigioso premio de álbum del año que entrega la Academia de la Música Country estadounidense.
No importa que en los MTV Music Awards el rapero Kanye West le espetara que Beyoncé "se lo merecía más" cuando recibió su premio al mejor video femenino, su meteórica carrera sigue imbatible. Ahora coquetea con el cine en la cinta "Valentine's day", es la nueva cara de la marca de cosméticos CoverGirl y su vida será adaptada a un cómic.
Fórmula de éxito
Pero, ¿tiene sentido hacer una biografía de alguien que apenas roza la mayoría de edad? Sí, si lo que uno cuenta son sus sueños de futuro, o al menos eso fue lo que hizo Miley Cyrus en 2008 con "Miles to go", donde la Hannah Montana de Disney habla de su relación con amigos y parejas, el acoso escolar y sus planes y objetivos.
Cyrus fue la artista juvenil mejor pagada en 2007 y dio un giro de 180 grados al pop adolescente con su imagen dulce e inocente, pulida por los estudios Disney y explotada como fórmula de éxito en la serie "Hannah Montana" y su posterior película. Nacía un nuevo mercado que se ha revelado de lo más rentable.
Con las exitosas sagas "High School Musical" y "Camp Rock" y sus estrellas Cyrus, Demi Lobato, Selena Gómez, Zac Efron y los Jonas Brothers, Disney ha sabido adaptarse para dejar de apuntar a los niños y fijar su objetivo en adolescentes a partir de 12 o 13 años, que crecen y evolucionan a medida que lo hace el artista de moda, explica a dpa C.E., redactor de la web musical los40.com. Con el cambio de siglo, cambió también "el proceso de identificación con el ídolo", añade.
Atrás quedaron las estrellas de finales de los 80 y los 90, esas bandas de chicos guapos como New Kids On The Block, Take That o Back Street Boys, que derretían a sus fanáticas femeninas con tiernas baladas y movidas coreografías sobre el escenario.
Ahora, el público es más heterogéneo y se dan "fenómenos paralelos".
Está claro que los seguidores de las estrellas de Disney no pueden ser los mismos que los del grupo europeo que ha pegado más fuerte en los últimos cinco años: Tokio Hotel.
Los hermanos Kaulitz, "aunque comerciales en esencia, abarcan a esa parte del público más contracultural", señala C.E. Aunque se trate de "una rebeldía empaquetada".
Todo ello sin olvidar "fiebres" más regionales, como el pop de los argentinos Teen Angels, también surgidos a raíz del éxito de la serie televisiva "Casi ángeles".
Y es que quienes no pararon de augurar la muerte del rock con cada nueva década no contaban con el revulsivo que significarían las redes sociales y sus jovencísimos usuarios para la convaleciente industria del disco.
Festivales como Rock in Río, que ha fichado a Miley Cyrus para su edición de Madrid, rebajan su cuota de edad mirando con ojos golosos ese nuevo nicho de mercado. "Smells like teen spirit". Ya lo decía Nirvana.
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