Tokio Hotel lleva el delirio al Palacio de Deportes de Madrid
0 comentariosCon más de siete mil gargantas ávidas de corear sus canciones, Tokio Hotel había ganado el partido de antemano en el Palacio de Deportes de Madrid, donde el grupo alemán desembarcó esta noche para presentar en directo su nuevo trabajo discográfico, "Humanoid".
La víspera del concierto había estado salpicada de anécdotas, la mayoría relacionadas con las noches que decenas de jóvenes pasaron al raso para ver de cerca a sus ídolos, pero en el interior del pabellón reinaba una calma chicha a escasos diez minutos de comenzar la actuación de Tokio Hotel.
Y es que poco más de media entrada registró el recinto capitalino, suficiente para que el aire se llenase luego de chillidos con los rasgueos guitarreros de Tom Kaulitz, los golpes de baqueta de Gustav Schäfer, los punteos al bajo de George Listing y, sobre todo, las contorsiones del cantante Bill Kaulitz.
Unas cuantas pancartas decoraban las gradas, algunas con mensajes en español, las más en inglés, todas jurando fidelidad eterna a la formación germana, que sobre el escenario despachó una correcta actuación por espacio de hora y media.
Una introducción de tonos épicos indicó el inicio del espectáculo, cientos de palitos fosforescentes iluminaron la oscuridad reinante y el telón que escondía el escenario descubrió tras de sí una suerte de nave espacial de grandes dimensiones.
La esfera metálica comenzó a abrirse lentamente y de su interior surgió Bill Kaulitz, que arrancó a cantar "Noise" ataviado con un llamativo traje de gigantescas hombreras, más cercanas a la década de los ochenta que a ese universo futurista dibujado en las piezas de "Humanoid".
Con una amplia trayectoria a pesar de su juventud, Tokio Hotel se conocen las trucos que deben salpicar cualquier concierto, ya sean los paseos del vocalista frente a sus enfervorecidas animadoras o los clásicos enfrentamientos de guitarra y bajo, que provocaron el éxtasis del respetable en distintas ocasiones.
Sobre las tablas, el grupo dio buena cuenta de "Human" antes de atacar "Break away", un tema de reminiscencias metaleras y cuya conclusión aprovechó Bill Kaulitz para saludar a sus seguidores: "Es genial estar aquí. ¿Estáis preparados para pasarlo bien?", inquirió el vocalista en una pregunta que no necesitaba respuesta.
Bien definida por los alardes a la batería de Schäfer, "Pain of love" enlazó con las imágenes del Muro de Berlín que ilustraron "World behind my wall", seguidas por las llamaradas que emergieron del escenario en "Hey you".
"La siguiente canción está dedicada a todos los extraterrestres que han venido aquí esta noche", afirmó el cantante de Tokio Hotel en los instantes que precedieron a los toques electrónicos de "Alien".
Vivamente coreado, el himno "Ready, set, go!" dio paso a los momentos más íntimos de la velada. Sentados en taburetes cual cantautores en un bar, los miembros de la banda interpretaron "Humanoid" y "Phantomrider" antes de desaparecer del escenario.
El regreso fue a lo grande, con Bill Kaulitz montado a lomos de una motocicleta que rugía a cada golpe de acelerador y las contundentes notas de "Dogs unleashed", que preludiaron a "Love & death", "Automatic" y "Screamin'".
Tras "Darkside of the sun" y una breve ausencia meramente protocolaria, Tokio Hotel retomaron sus posiciones para encarar el fin de fiesta con "Zoom", "Forever now" y el que es sin duda su éxito más aplaudido, "Monsoon".
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Georg Listing, el bajo de 'Tokio Hotel', en el concierto de Madrid
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Georg Listing, el bajo de 'Tokio Hotel', en el concierto de Madrid, se situó a un extremo del escenario para después subir por una pasarela de infarto
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Diez días para un concierto
0 comentariosUn grupo de fans pasa la Semana Santa en la puerta del Palacio de los Deportes para asegurarse la primera fila del concierto de Tokio Hotel
A la una de la tarde, las amistades forjadas en diez días se ponen a prueba. Es el tiempo que un grupo de fans de Tokio Hotel ha estado en la puerta principal del Palacio de Deportes compartiendo objetivo: verles en primera fila. Han dormido a la intemperie, han organizado la llegada con números y han pasado lista dos veces al día para que nadie se colara. Todo por ver a sus ídolos. Anoche actuaban en su primer concierto en solitario en la capital, después del festival Rock in Rio en 2008.
Cinco horas antes, una nube de adolescentes grita. No están cerca sus ídolos, ni siquiera han abierto las puertas del pabellón deportivo (lo harán a las 19.30). La policía local trata de organizarlas en filas para que, cinco horas después, entren ordenadamente. Es prácticamente imposible. Se mezclan las lágrimas, los nervios, el cansancio y los churretes en los que se están transformando las pintadas de sus caras. Para muchas es su primer concierto. Algunas sufren los primeros desvanecimientos. "El problema es que nos habían dicho que habría tres puertas de acceso y al final habrá cuatro y se quieren colar los que acaban de llegar", explica Yolanda, que luce orgullosa su pulsera con el número seis (lo que significa que fue la sexta en llegar). Está afónica, han sido muchos días de espera. ¿Y las clases durante este tiempo? "Era Semana Santa, no había clase", contesta con una media sonrisa.
La expectativa de la empresa organizadora, Planet Events, es de hasta 6.800 asistentes. La capacidad del Palacio es casi del doble: 13.000 personas. En las puertas se agolpan en torno a 300. Diez chicas tratan de organizar la marabunta. Una de ellas, que se llama Fátima y tiene 15 años, se sube a los hombros de un chico y comienza a gritar: "¡A ver, echaros para atrás por favor. Quedan cinco horas, si no nos organizamos, van a suspender el concierto! ¡Los que no tengan número, para atrás!". Su súplica no tiene éxito. Los que acaban de llegar dicen que si los de adelante no se retrasan, ellos tampoco. "¡Joderos, coño, joderos!", grita una de las amigas de Fátima. "¡Los caraduras de Barcelona se quieren colar!", advierte otra chica que acaba de salir de la masa entre lágrimas. Se refiere a un grupo que viene de ver al grupo la noche anterior en la capital catalana. En su defensa, los barceloneses alegan que no podría haber llegado antes y que tienen el mismo derecho a ver a sus ídolos en primera fila.
Las organizadoras repartieron números, pintaron con rotuladores en las manos de las que iban llegando su puesto en la fila e incluso repartieron brazaletes de tela para identificarlos. Hasta el 298, la misma mañana del show. Pero los fans han llegado de todas partes. Una chica de Las Palmas se queja a un agente de la policía local, que se encoge de hombros y responde: "esto pasa en todos los conciertos". "¡Es injusto!", dice la chica. "No es un injusto, es ilógico que hagáis esto", le responde el municipal.
Algunos padres revolotean alrededor. Uno de ellos alarga una bolsa de patatas a una joven que acaba de sufrir un desvanecimiento: "que coma algo, por favor". Otra madre tira del brazo de su hija, que gimotea, delante de un agente de policía local: "Lleva tres noches durmiendo aquí y ahora le han echado de la fila". Otros padres se limitan a recoger el campamento montado por las chicas: sacos de dormir, mantas y mochilas. Muchos no acudirán al concierto, pero quieren estar seguros de que sus hijas están bien. No es el caso de Esneda, que viene desde Santander. Llegó con su hija anoche, pero han preferido dormir en un hotel. "Cuando hemos llegado ya no estaban dando números, así que nos hemos puesto detrás".
Al final del barullo esperan tranquilas Verónica, de 15 años, Tania, de 16 y Yaiza, de 17. Para las dos primeras es su primer concierto del grupo. Para la mayor, es el segundo. En el primero, que vio en Barcelona, le dio un ataque de ansiedad, reconoce con un poco de rubor. Compraron sus entradas en octubre y llevan en la cola desde las siete de la mañana. No han podido venir antes porque sus padres no les dejaron. "Pero por Tokio Hotel hago lo que sea", apuntala Verónica.
Un poco más allá, un barrendero se queja: "llevo aquí diez minutos y ya me he hinchado de quitar mierda". A la vuelta de la esquina, un minúsculo grupo de entre cinco y diez chicas espera apostado en la puerta de la calle Goya. Llevan toda la mañana ahí, pero no piensan pegarse con nadie para ver a su grupo favorito. Noelia y Claudia, de 15 años, vienen de Denia. Es su primera vez, pero esperan que desde aquí llegarán al mismo lugar que el resto. "Nosotros somos más inteligentes".
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Tokio Hotel, entre bambalinas
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El grupo alemán actúa esta noche en Madrid tras arrasar ayer en Barcelona. Hemos estado con ellos entre bambalinas descubriendo los secretos del vestuario de su gira.
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